La balanza comercial colombiana siempre ha vivido en una alerta permanente, con tendencia a registrar saldo negativo y con el riesgo constante de la dependencia a prácticamente un solo producto que sustente los ingresos del país, como sucede en este momento y desde hace más de 20 años, dependemos del petróleo, un recurso que se está agotando y que en un futuro cercano estará siendo paulatinamente reemplazado en el mundo por otras fuentes más “verdes” y sostenibles.
De acuerdo con el DANE, entre enero y mayo de 2021 el país recibió por exportaciones 14.995 millones de dólares, lo que muestra un aumento de 16,4% con respecto al 2020 pero a su vez, una disminución de 12,8% comparado con el mismo periodo del 2019. De este total de ingresos, el 45% provienen del petróleo y de las industrias extractivas.
Por el lado de las importaciones, el país en el mismo periodo compró bienes por un valor de 21.729 millones de dólares, manteniendo el déficit de la balanza comercial, así mismo, hay que señalar que lo que más compramos son manufacturas que corresponden al 76% de las importaciones.
De esta manera, cada vez que revisamos nuestra balanza comercial es como si estuviéramos viendo una fotografía, es decir, una imagen estática que no cambia en el tiempo, así se mueve nuestro comercio, siempre la misma situación, comprando más de lo que vendemos, con los mismos socios comerciales y sustentando gran parte de nuestras exportaciones en un único producto: el petróleo, que es un bien con baja integración tecnológica y que no genera mucho valor agregado.
Esta imagen también nos muestra un país con poca diversificación, con un sector productivo incapaz de competir en mercados externos, con gobiernos que no han tenido la capacidad de impulsar políticas públicas para dinamizar e impulsar nuevos sectores como es el caso de la agroindustria donde podríamos tener importantes ventajas competitivas.
Este panorama poco alentador lo ratifica la balanza comercial, entre lo que compramos y vendemos en manufacturas, donde tenemos un déficit de 13.526 millones de dólares sólo para el período de enero a mayo de 2021. Así es muy difícil pensar que el país pueda entrar en una senda de desarrollo, de generación de empleo, de crecimiento económico y de bienestar social extendido a la mayor cantidad de la población del país.
Lo peor de este escenario es que nuestros dirigentes se niegan a aceptar la realidad de los graves peligros que tiene seguir dependiendo de los commodities, como es el petróleo, la minería, energía y productos agropecuarios sin transformar como el café o el banano. La obstinación y el desespero por mantener este mismo modelo económico está llevando al actual gobierno a querer introducir la peligrosa técnica del Fracking que trae consecuencias devastadoras para el medio ambiente, con el objetivo de hallar nuevos yacimientos de crudo o gas.
Sumemos también que en el país las exportaciones las hacen un grupo muy pequeño de empresas, de acuerdo con Analdex, en Colombia hay alrededor de 11 mil empresas registradas como exportadoras, de las cuales, 9 concentran el 50% de lo que se exporta, lo que evidencia que no es un asunto fácil y que no existe acompañamiento para los que desean emprender esta tarea.
De acuerdo con el portal Export Access, los principales obstáculos para exportar son el desconocimiento de la mecánica de exportación y de la normatividad, la excesiva burocracia, las medidas arancelarias, las medidas no arancelarias, la ignorancia del mercado, los costos de los transportes, el mal cálculo del precio de un producto a exportar, el desconocimiento de los acuerdos comerciales y la impaciencia, teniendo presente que exportar es un camino largo y de mucho tiempo para ver los resultados.
La pandemia por Covid-19 no ha hecho más que resaltar los peligros y la vulnerabilidad de este modelo, por esta razón y más que nunca en la actual coyuntura de desplome del comercio mundial, necesitamos de la inagotable capacidad de creatividad y de trabajo que tenemos. Si no podemos competir y vender nuestra manufactura en los mercados internacionales, hay que vender entonces nuestros servicios, nuestro talento, hay que atraer la inversión extranjera hacia el país, de acuerdo con Procolombia, las ventas al extranjero de servicios basados en el conocimiento crecieron un 27% en el 2020 en comparación con el 2019.
Se deben contemplar oportunidades como las que señala la ANDI en los actuales procesos de transformación de las cadenas globales de valor, donde Colombia puede jugar un papel muy importante en la región, con las reacomodaciones de reshoring y nearshoring que se están produciendo en diversos sectores manufactureros.
Insistimos en el potencial de impulsar el desarrollo de la agroindustria, las cifras del Censo Agropecuario del DANE, evidencian que tenemos un sector demasiado desaprovechado: Colombia tiene 23 millones de áreas cultivables de las cuales solo se usan 7 millones y de éstas, el 52% son destinadas para el autoconsumo. Con respecto a la tecnificación, sólo el 18,1% de la población rural cuenta con sistema de riego, el 16.6% posee maquinaria y el 10% ha tenido asistencia técnica, mientras que solo el 11.1% ha accedido a créditos para el agro.
Así mismo, falta aprovechar las oportunidades que se pueden generar con los TLCs, tenemos que dejarlos de ver como potenciales amenazas y empezar a generar las capacidades y herramientas necesarias para competir, pues para poder aprovechar todos estos escenarios, necesitamos gobiernos que no parezcan también fotografías añejas, necesitamos dirigentes que puedan impulsar políticas públicas que impriman dinamismo y diversificación a nuestra economía, que su accionar no sea mezquino y se limite a proteger a los medrosos sectores tradicionales que son los únicos favorecidos con nuestro endeble y limitado modelo económico.
Fernando Merchán Ramos
Socio en López & James
Director Ejecutivo ONG Adelante Colombia
Agosto 09, de 2021